Orgullo Gay

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martes, 15 de noviembre de 2011

influencia genetica en la homosexualidad


RENACE LA POLEMICA:

             
Homosexualidad: Ser gay se nace, dice nuevo estudio.
El trabajo fue realizado en Suecia por un prestigioso instituto de investigación, el Karolinska. Allí se afirma que los cerebros de los hombres homosexuales son similares a los de las mujeres heterosexuales. Y los de los hombres heterosexuales se parecen a los de las lesbianas.


Un grupo de científicos suecos salieron a decir que, según un estudio, los cerebros de los homosexuales se parecen a los de las mujeres.

Y como no podía ser de otra manera, reavivaron la polémica sobre el origen de la homosexualidad.

Según un matutino, mientras los científicos discuten y analizan conductas y cerebros, desde otros sectores los acusan de "discriminadores" y de hacer "reduccionismo biológico".

Este estudio, liderado por Ivanka Savic, del instituto Karolinska de Estocolmo, analizó áreas del cerebro valiéndose de imágenes de resonancia magnética para medir el volumen del cerebro de 90 personas divididas en grupos, mitad hombres y mujeres, heterosexuales y homosexuales.

Según los resultados de la investigación --publicada en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias-- los gays tenían cerebros simétricos, como los de las mujeres heterosexuales, en tanto que las mujeres homosexuales tenían cerebros ligeramente asimétricos como los de los hombres heterosexuales. Las diferencias fueron pronunciadas.

Por otra parte, los investigadores midieron el flujo sanguíneo de la amígdala, una zona del cerebro comprometida con el procesamiento de las emociones. El circuito de la amígdala de los hombres gay se parecía más al de las mujeres heterosexuales que al de los hombres heterosexuales, según explicaron los investigadores. Y las amígdalas de las mujeres homosexuales se parecían más a las de los hombres heterosexuales.

Savic dijo que "las diferencias cerebrales se originan en el vientre o en la niñez, como resultado probablemente de factores genéticos u hormonales". Pero admitió no poder explicar por qué las diferencias eran más marcadas en los hombres homosexuales que en las mujeres lesbianas. La conclusión de los especialistas es que el estudio es importante porque analizó áreas del cerebro que no tienen nada que ver con el comportamiento sexual, "lo que sugiere que hay una conexión biológica elemental entre la orientación sexual y una serie de funciones cerebrales". Es decir, dejan de lado todo lo aprendido y los vínculos humanos.

"Buscar el origen de la sexualidad es discriminar. Con esa lógica ¿Por qué no se busca el origen de la heterosexualidad? Explicar la sexualidad desde lo biológico es reduccionista", dispara César Cigliutti, presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA). 

Desde el grupo de Padres, Familiares, Amigos de Lesbianas y Gays, su directora, Irmgard Fischer, tiene otra postura: "Yo no diría que la homosexualidad es cien por ciento genética, pero sí creo que hay una predisposición. Sino, cómo se explica que de cinco hermanos todos criados igual, uno solo sea homosexual", se pregunta esta mujer, madre de dos varones, uno gay. "Yo los crié igual...".

De todas maneras, la mujer cuenta que desde el grupo, cada vez que llega un padre con la famosa pregunta de "¿por qué mi hijo?, la sensata respuesta es: "No preguntemos más por qué y ayudémoslo, que la sociedad todavía es muy discriminadora".

Cigliutti acusa a estos científicos por su mirada ideológica: "Buscan el origen homosexual como quien busca la causa de una enfermedad. Es como en la época de los nazis, en la que los médicos armaban manuales explicando en qué se diferenciaban judíos de arios, dejando en claro, por supuesto, que la supremacía era de los arios".



Un estudio presenta evidencia de una influencia genética específica para la homosexualidad:

(NC&T) La investigación ha sido conducida por la Dra. Sandra Witelson, una neuróloga en la Escuela de Medicina Michael G. DeGroote, de la Universidad McMaster, y por colegas del Centro Sunnybrook de Ciencias de la Salud en Toronto, quienes estudiaron el cerebro de hombres homosexuales y heterosexuales, empleando Imaginología por Resonancia Magnética (MRI). Tanto unos como otros estaban sanos, eran diestros (escribían con la mano derecha), y tenían entre 18 y 35 años de edad.


Hace unos diez años, Witelson y la Dra. Cheryl McCormick, entonces alumna de Witelson, demostraron que hay una mayor proporción de personas zurdas (que escriben con la mano izquierda) entre la población homosexual que entre la población general, un resultado reproducido en estudios posteriores y que ahora se reconoce como un hecho. La mano empleada es una señal de cómo el cerebro se organiza para representar diferentes aspectos de la inteligencia. Por ejemplo, el lenguaje se suele desarrollar en el lado izquierdo, y la música en el derecho. En otro estudio, Witelson y la investigadora Debra Kigar encontraron que los zurdos tienen una región del cuerpo calloso posterior más grande (la gruesa banda de fibras nerviosas que conectan ambos hemisferios cerebrales entre sí) que los diestros. Esto condujo a la hipótesis para el estudio actual: averiguar si la anatomía del cerebro del subgrupo de hombres homosexuales diestros es similar a la de los zurdos. En este estudio, se ha encontrado que la parte posterior del cuerpo calloso es más grande en los hombres homosexuales que en los heterosexuales. El tamaño del cuerpo calloso es hereditario en gran medida, sugiriendo esto que existe un factor genético en la orientación sexual, según Witelson. "Nuestros resultados no implican que la herencia sea destino, pero indican que el ambiente no es el único jugador en el campo", matiza. Aunque el hallazgo no puede ser la base de un test de orientación sexual, Witelson sí cree que puede servir para aportar datos útiles que ayuden a los individuos que están tratando de determinar su orientación sexual, y a los médicos que los asistan. En el estudio también se realizó un análisis de correlación, que incluyó los tamaños del cuerpo calloso, y una comprobación de las puntuaciones de pruebas de eficiencia en el lenguaje, en la visión espacial y en el movimiento de los dedos. "Empleando todas estas variables, fuimos capaces de predecir la orientación sexual en el 95 por ciento de los casos", explica Witelson.


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